“En ese momento vi un destello azul y blanco en la ventana. Al instante sentí que flotaba en el aire. La onda expansiva de la detonación nos lanzó por los aires.”
Así describió la activista anti-nuclear de 93 años, Setsuko Thurlow, el momento de la detonación de la bomba atómica estadounidense “Little Boy” sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 a las 8:15 a.m., en una entrevista con DW realizada hace algunos años. Entre 90.000 y 136.000 personas murieron en ese momento o sucumbieron posteriormente a sus graves heridas. Setsuko Thurlow tenía entonces 13 años y era estudiante. Desde entonces no ha dejado de contar una y otra vez el horror de aquel día que lo cambió todo.
“Poco a poco pude distinguir figuras. Eran personas. Pero no se veían en absoluto como personas. Tenían los cabellos de punta. Estaban cubiertas de sangre. La piel y la carne colgaban de los huesos. Faltaban partes enteras del cuerpo. Y alguien caminaba por ahí sosteniendo sus ojos en las manos,” continuó Thurlow. Sus padres sobrevivieron, pero su hermana y una sobrina murieron a pocos días de la explosión.
Thurlow ha dedicado su vida a la lucha contra las armas nucleares, convirtiéndose en una figura destacada de la organización Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN).Esta coalición fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2017. Thurlow pronunció el discurso principal.
Como el gobierno japonés no se rindió incondicionalmente tras el bombardeo de Hiroshima, el gobierno estadounidense decidió lanzar una segunda bomba mucho más poderosa llamada “Fat Man”. Inicialmente, la ciudad portuaria de Kokura estaba prevista como objetivo, pero debido al mal tiempo, el bombardero estadounidense cambió de rumbo y lanzó la segunda bomba atómica sobre Nagasaki el 9 de agosto.
Decenas de miles de personas murieron de inmediato y poco después, la Segunda Guerra Mundial terminó también en Asia. Cientos de miles de sobrevivientes a las bombas atómicas han sufrido durante toda su vida las secuelas, como quemaduras, cáncer o malformaciones causadas por la radiación. El número total de muertos y heridos sigue siendo objeto de debate.
Desde 1947, cada 6 de agosto a las 8:15 a.m. se hace sonar la “Campana de la Paz” en Hiroshima en el marco de una ceremonia para recordar a los fallecidos. Como parte del ritual, el alcalde en funciones hace un llamado a la abolición de las armas nucleares y exhorta a luchar por la paz mundial. En su “Constitución de Paz” adoptada en 1946, Japón se compromete a no volver a incursionar en la guerra y en 1967 el país adoptó los “Tres Principios No Nucleares”, que rechazan la posesión, producción e importación de armas nucleares.