La festividad de San Cayetano, celebrada cada 7 de agosto, es un evento significativo para millones de devotos que acuden en masa a los santuarios en busca de intercesión y bendiciones. En los últimos años, una nueva tradición ha ganado terreno: la entrega de ofrendas de alimentos no perecederos y ropa en lugar de las habituales flores y velas. Esta evolución refleja un enfoque práctico y solidario para honrar la memoria del santo y ayudar a los más necesitados
San Cayetano, una figura venerada en la historia eclesiástica, es recordado por su compromiso con la renovación espiritual y su dedicación a ayudar a los más necesitados. Nacido alrededor de 1480 en Vicenza, según algunas fuentes, mientras que otros afirman que su lugar de nacimiento fue Gaeta. Lo cierto es que su nombre proviene del término latino “caietanus”, que significa oriundo de Caieta, como era llamada Gaeta en la época romana.
Formado en el seno de una familia noble, Cayetano recibió una educación cristiana ejemplar. Estudió en la Universidad de Padua, donde se doctoró en derecho y teología. En el 1507, se trasladó a Roma, donde comenzó una de las etapas más destacadas de su vida al servicio del Papa Julio II. En la corte papal, desempeñó el cargo de redactor de “Letras Apostólicas”, lo que le valió la dignidad de protonotario apostólico. Desde esta posición, ayudó a reconciliar a la Santa Sede con la República de Venecia.
En 1513, abandonó la vida cortesana y fundó una sociedad de sacerdotes y prelados conocida como el Oratorio del Amor Divino, siendo ordenado sacerdote dos años más tarde. En 1522, regresó a su ciudad, Vicenza, y en Venecia fundó el Ospedale degli Incurabili, un hospital para enfermos incurables.
Dos años después, en 1524, junto con Juan Pedro Caraffa, quien más tarde se convertiría en el Papa Pablo IV, fundó la orden de los Clérigos Regulares, también conocidos como los *teatinos. Esta orden se regía por la norma de no poseer ni pedir nada, viviendo únicamente de las limosnas espontáneas de los fieles, con el objetivo de promover el apostolado y la renovación espiritual del clero mediante la imitación de la vida austera y desprendida de los apóstoles.
Cayetano experimentó desde dentro la lejanía de las cosas de Dios en la corte papal, más preocupada por títulos y honores, poder y riquezas. Este desengaño lo manifestó en una carta dirigida a Laura Mignani el 13 de junio de 1537, donde le pedía orar por Roma: “Te recomiendo que ores por esta ciudad de Roma que fuera alguna vez ciudad santa y ahora es Babilonia, llena de reliquias.”
Tiempo después, Cayetano se trasladó a Nápoles. La ciudad, gobernada por un virrey en representación de Carlos V, pertenecía al Reino de las Dos Sicilias. A pesar de los beneficios otorgados a la nobleza napolitana por los españoles para mantener la estabilidad, el pueblo sufría miserias. El Conde de Oppido recibió a Cayetano y a sus sacerdotes teatinos con grandes lujos, obsequios que ellos rechazaron terminantemente. Solo aceptaron una casa casi en ruinas. En una conversación con el conde, Cayetano le replicó: “Tal vez tenga usted razón, pero Dios es el mismo en ambas ciudades, en Nápoles y en Venecia”.
Conmovido por la usura de los prestamistas, Cayetano fundó el Monte de Piedad, precursor del actual Banco de Nápoles, donde no existía la usura. Además, inició la tradición de los pesebres de “estilo napolitano”, enseñando pedagógicamente que Cristo nacía también en su contexto de actualidad. Por eso los pesebres napolitanos están ambientados en la Nápoles del siglo XVI, y ese estilo persiste hasta hoy, especialmente en Via San Gregorio Armeno, donde está sepultado.
Cuando la Inquisición Española llegó a Nápoles, la ciudad se levantó en armas contra el virrey, resultando en grandes luchas callejeras y cientos de muertes diarias. Con gran angustia por no ser escuchado, Cayetano se ofreció en cuerpo y alma por la salvación del pueblo. Gravemente enfermo, falleció el 7 de agosto de 1547. Milagrosamente, al día siguiente cesaron las hostilidades, interpretándose que Cayetano había intercedido por la ciudad y sus habitantes desde el cielo.
La vida de San Cayetano es un ejemplo de entrega y devoción. Su esfuerzo por reconciliar a entidades religiosas, su trabajo con los enfermos incurables y su lucha contra la usura dejaron una marca indeleble en la historia. Su legado continúa vivo, no solo en Nápoles, donde se mantienen sus tradiciones, sino en toda la cristiandad, donde se le recuerda y venera.
La oración de San Cayetano
Oh glorioso San Cayetano, patrono del trabajo y la providencia, Tú que siempre cuidas de aquellos que confían en la Divina Providencia, Te pido humildemente que intercedas por mí ante el trono de Dios, Y que guíes mis pasos en el camino de la virtud y la prosperidad.
Tú, que experimentaste la necesidad y la dificultad en tu propia vida, Comprendes las preocupaciones y las cargas que llevo en mi corazón, Te ruego que me bendigas con tu gracia y favor, Para que pueda superar cualquier obstáculo y alcanzar la estabilidad que anhelo.
Oh San Cayetano, amigo de los necesitados y consuelo de los afligidos, Te encomiendo mis deseos y necesidades en esta oración sincera, Confío en que escucharás mis peticiones y me guiarás con tu luz, Para que pueda vivir en abundancia y honrar a Dios en todas mis acciones.
Te ruego, bendito San Cayetano, que mi fe y esperanza nunca flaqueen, Que en momentos de dificultad encuentre en ti consuelo y aliento, Intercede por mí ante el Todopoderoso, para que mis súplicas sean escuchadas, Y que en su infinita misericordia, Dios conceda lo que con fe te pido.
Amén.
Que San Cayetano interceda por ti y te bendiga con su protección y cuidado.