El mundo enterró hoy a un papa cuya misión fue sacar a la iglesia a la calle, “siempre atento a los marginados de la sociedad”, cerca de la gente, de los refugiados.
Fue una ceremonia en que los auxiliares impusieron primero los sellos de lacre en los vértices de la tapa del féretro, ya rociado con agua bendita, para conducirlo a la sencilla tumba dispuesta por el propio Pontífice, donde la blanca tapa de mármol solo tendrá su nombre, Franciscus, debajo de una réplica de la cruz, plateada, que lo acompañó buena parte de su vida y su papado.
El entierro de Francisco fue el primero de un papa fuera de los muros del Vaticano desde León XIII en 1903, y cerrando su ciclo de 12 años al frente de la Iglesia.
La inhumación de Francisco tuvo lugar a las 13H30 (11H30 GMT) durante una ceremonia íntima presidida por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, en presencia de familiares de Jorge Bergoglio.
Su tumba es fiel a la imagen de sencillez que se labró: mármol procedente de la zona del norte de Italia de donde era originaria su familia y el público podrá visitarla a partir ya de este domingo, cuando se descuenta que la procesión será enorme.