Vientos sin precedentes azotan a la Patagonia, con ráfagas que superan los 150 km/h y registros extraordinarios en zonas petroleras. Hay declaración de emergencia climática en Santa Cruz y Chubut.
Barcos hundidos y daños significativos en Santa Cruz
En Santa Cruz, el fenómeno dejó este lunes una de sus postales más dramáticas en Caleta Olivia, donde tres embarcaciones pesqueras artesanales se hundieron dentro del puerto por la combinación del viento extremo y el fuerte oleaje. Prefectura Naval mantiene un operativo permanente para evaluar daños estructurales y evitar que otras naves resulten afectadas.
Otra de las ciudades más afectadas es Puerto Deseado, donde las autoridades piden a los ciudadanos quedarse en sus casas y circular lo menos posible por las calles. Mientras muchos hogares no tienen luz, la atención médica se reforzó en las guardias del hospital. Los centros de atención primarios se encuentran cerrados, al igual que el Municipio del cual están funcionando solo las áreas esenciales, como Protección Civil.
Chubut bajo emergencia total por vientos extremadamente altos
En Chubut, la situación es incluso más severa. Comodoro Rivadavia, epicentro de la tormenta, registró ráfagas urbanas de 150 km/h, aunque los valores más impactantes se dieron en áreas petroleras: 312 km/h constantes y picos de 352 km/h, cifras prácticamente inéditas en el país.
El gobernador Ignacio “Nacho” Torres decretó la emergencia climática provincial, lo que implicó la suspensión total de clases, el cierre de bancos y oficinas públicas, y la prohibición de circular en rutas estratégicas como la RN 3, 26, 40 y 260.
Los daños se multiplican: techos arrancados, entre ellos el de un supermercado ChangoMás y un edificio del barrio 30 de Octubre, la caída de una histórica antena televisiva y cuatro incendios simultáneos provocados por la combinación de viento extremo y sequía. Además, todos los vuelos desde el aeropuerto de Comodoro fueron cancelados.
La infraestructura básica también está comprometida. La caída de postes y árboles afectó los sistemas de energía y los acueductos, dejando a numerosos barrios sin agua potable y sin un plazo estimado de normalización.
