Francisco también reflexionó sobre la fragilidad humana y la enfermedad como experiencias universales y pidió oraciones por los territorios afectados por la guerra y por Myanmar, país que el viernes sufrió un devastador terremoto.
Una semana después de haber recibido el alta del Policlínico Agostino Gemelli de Roma, donde permaneció internado durante 38 días debido a una neumonía bilateral, el papa Francisco volvió a expresar su gratitud hacia quienes dedican su vida a ayudar a los demás. En su oración del Ángelus de este domingo, el mensaje fue nuevamente difundido por escrito, sin que él lo leyera en persona.
“Queridos, vivamos esta Cuaresma, más aún en el Jubileo, como un tiempo de curación. Yo también la estoy experimentando así, tanto en el alma como en el cuerpo. Por eso, agradezco de corazón a todos aquellos que, a imagen del Salvador, se convierten en instrumentos de sanación para el prójimo, ya sea a través de su palabra, su ciencia, su afecto o su oración”, expresó el Pontífice.
El Papa mostró especial preocupación por la crisis en Sudán, donde el conflicto sigue cobrando vidas inocentes. “Exhorto a las partes enfrentadas a priorizar la protección de la vida de sus hermanos y hermanas civiles. Espero que se inicien lo antes posible nuevas negociaciones que conduzcan a una solución duradera. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para abordar esta terrible catástrofe humanitaria”, escribió.
El estado de salud del papa Francisco
Tras salir del hospital, Francisco regresó a su residencia en la Casa Santa Marta, en el Vaticano. Según informaron fuentes del Vaticano el viernes, su estado de salud muestra “ligeras mejorías”, tanto en la movilidad como en la respiración y el habla.
Los reportes médicos indican que continúa reduciéndose progresivamente la necesidad de oxigenación de alto flujo con cánulas nasales, tanto durante el día como por la noche. Además, el miércoles se sometió a análisis de sangre cuyos valores se encuentran dentro de los parámetros normales.
Actualmente, el Papa pasa sus días en la segunda planta de la Domus vaticana, alternando entre terapias, oración, descanso y trabajo. No recibe visitas y permanece bajo la asistencia constante de su equipo médico y sanitario, que lo acompaña las 24 horas del día.
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