El hijo del fallecido dictador filipino homónimo asumió este jueves como presidente constitucional del país y homenajeó los 20 años de gobierno de facto de su padre, caracterizados por la corrupción y las violaciones de los derechos humanos.
Ferdinand Marcos Jr, hijo del fallecido dictador filipino homónimo, asumió este jueves como presidente constitucional del país y homenajeó los 20 años de gobierno de facto de su padre, caracterizados por la corrupción y las violaciones de los derechos humanos.
En una ceremonia en el Museo Nacional de Manila junto a cientos de dignatarios, periodistas y seguidores, Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr, de 64 años, juró el cargo, completando décadas de esfuerzos para devolver a su familia a la cumbre del poder de este país del sureste asiático.
“Una vez conocí un hombre que vio que se había conseguido poco desde la independencia. Y él lo hizo”, dijo tras el juramento ante la mirada de su madre Imelda, de 92 años, quien tuvo activa participación durante la dictadura encabezada por Marcos padre.
“Así será con su hijo. No recibirán excusas de mi parte”, añadió el presidente, recogió la agencia de noticias AFP.
Marcos Jr ganó por amplio margen las elecciones del mes pasado, protagonizando la mayor victoria de un contendiente desde que su padre fuera derrocado por una revuelta popular en 1986.
Sucede en la presidencia a Rodrigo Duterte, muy popular en el país pero con una reprochable reputación internacional por el despliegue de una mortífera guerra contra las drogas y de impulsar políticas antiderechos.
Más de 15.000 policías, soldados y personal del cuerpo de guardacostas fueron desplegados en Manila para el acto de asunción de Marcos Jr, al que asistieron el vicepresidente chino Wang Qishan y el segundo caballero de Estados Unidos, Douglas Emhoff, esposo de la vicepresidenta Kamala Harris.
Antes de la jura, Duterte recibió a Marcos Jr en el palacio presidencial de Malacañán, la residencia que la familia del dictador tuvo que abandonar apresuradamente hacia el exilio hace 36 años.
Antes enemistadas -Duterte llamó “débil” a Marcos-, ambas dinastías se aliaron para estas elecciones en las que Marcos se presentó de la mano de la hija del presidente, Sara Duterte, elegida vicepresidenta.
Con los precios en alza y una economía devastada por la pandemia de coronavirus, el nuevo presidente ha hecho de sus prioridades contener la inflación, impulsar el crecimiento y aumentar la producción alimentaria, para lo cual se autodesignó como secretario de Agricultura.
En el plano internacional, ha abogado por defender los derechos de Filipinas en el disputado mar de China Meridional, que Beijing reclama casi enteramente.
A diferencia de Duterte, que se distanció de Estados Unidos y se acercó a China, Marcos Jr dijo que quiere una relación equilibrada con ambas potencias que se disputan la influencia en el Pacífico.
El mes pasado definió su política internacional con la frase “amigo de todos, enemigo de nadie”.
El flamante presidente desplegó antes de las elecciones una amplia campaña de desinformación en redes sociales para reparar la imagen de su familia y hacer olvidar 20 años de corrupción y violaciones de derechos humanos.
Muchos esperan que “Bongbong” sea menos violento y más predecible que Duterte, pero los activistas y la Iglesia temen que use su avasalladora victoria para atrincherarse en el poder.
“El rechazo de Marcos Jr a reconocer los abusos y los errores del pasado, alabando la dictadura como ‘años dorados’, hacen muy probable que continúe su oscuro legado en su mandato”, advirtió la alianza de izquierdas Bayan.
Marcos Jr ya ha nombrado a casi todos los miembros de su gobierno, aunque se prevé que su asesor más influyente sea su mujer Louise.
El presidente de la Confederación de Empleadores de Filipinas, Sergio Ortiz-Luis, dijo que el país dispone de “una gran oportunidad de avanzar hacia adelante” con el nuevo presidente.
Aunque ha respaldado la guerra antidroga de Duterte, que mató a miles de personas sobre todo pobres, es improbable que Marcos Jr la aplique de manera tan agresiva.