Es tal vez una de las frases que más reacciones generó durante su pontificado.
La pronunció en el vuelo que lo traía a Roma desde Río de Janeiro, donde había participado en la Jornada Mundial de la Juventud en julio de 2013.
“En un lobby no todos son buenos, pero si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El Catecismo de la Iglesia católica explica y dice que no se debe marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad”, le dijo a los periodistas que viajaban con él.
La frase, que fue replicada por medios de todo el mundo, no fue la única en que se refirió al tema de la homosexualidad.
En 2016, por ejemplo, dijo que la Iglesia debía pedir perdón a las personas homosexuales por haberlas “marginado”.
Pero aunque tal vez uno de sus principales legados es que, en diciembre de 2023, autorizó la bendición de las parejas del mismo sexo, también fue enfático en señalar que esa bendición no debía confundirse con el sacramento del matrimonio y en insistir en que la homosexualidad es “un pecado”.