Legionella: hace casi una década la UNNE viene alertando sobre la necesidad de estudios epidemiológicos

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Gran preocupación generó en las últimas semanas la aparición de casos de una desconocida enfermedad causada por bacterias en la provincia de Tucumán, que pudo ser identificada como Legionella. Desde el año 2014 el Instituto de Medicina Regional de la UNNE viene estudiando esta patología emergente y alertando respecto a la importancia de realizar estudios epidemiológicos e implementar medidas preventivas.

Legionella pnuemophila es una bacteria ambiental capaz de sobrevivir en un amplio intervalo de condiciones fisicoquímicas y de colonizar los sistemas de distribución y almacenamiento de agua potable, y dispersarse por el aire.

Esta bacteria produce una enfermedad conocida como “Legionelosis” o “Enfermedad del Legionario” que puede tener presentaciones clínicas leves o graves que incluyen fiebre hasta algunas neumonías potencialmente mortales.

En esa línea, la resonancia de los casos recientes registrados en la provincia de Tucumán, varios con la lamentable muerte de pacientes, reflejan la existencia de circulación de esta bacteria considerada como un importante problema de salud pública, pero aún poco estudiada en relación a otras patologías tanto a nivel mundial como en Argentina.

Desde la Universidad Nacional del Nordeste, hace casi una década investigadores del Instituto de Medicina Regional (IMR) empezaron a estudiar esta enfermedad, siendo la única institución de ciencia abocada al estudio sistemático de la Legionella en el ambiente.

“La vigilancia de este microorganismo en el agua de consumo humano representa el primer paso en pos de abordar el control de su diseminación hacia huéspedes susceptibles” exponían en ese entonces desde el Instituto de Medicina Regional, sobre la línea de investigación iniciada en la UNNE y que había despertado interés en otros centros científicos y de salud del país por ser una bacteria poco investigada.

Así, exponían que la baja tasa de casos podría estar relacionada a la falta de notificación de cuadros que se corresponderían a esta enfermedad, y no a la falta de circulación de la bacteria.

En el año 2016, estudios realizados en el IMR-UNNE lograron confirmar la presencia de la bacteria en depósitos de agua domiciliaria de la ciudad de Resistencia.

Más recientemente, en noviembre de 2021, en un artículo publicado en la Revista “Actualizaciones en Sida e Infectología” de la Sociedad Argentina de Infectología, el equipo de investigadores del IMR-UNNE volvió a referirse a la necesidad de realizar estudios epidemiológicos con pruebas confirmatorias para obtener datos confiables sobre la emergencia la enfermedad.

“Legionella pneumophila: un patógeno emergente en Argentina” se denomina la publicación realizada por la Dra. Silvina Lösh, el Dr. Marcelo Gabriel Medina y el Dr. Luis Merino, del equipo del Instituto de Medicina Regional a cargo de la línea de estudio sobre Legionella.

Consultado sobre los actuales casos registrados en Tucumán, el Dr. Merino consideró que dichos casos pusieron en primer plano esta patología que en realidad viene en aumento, pero no logra la visibilización debida.

Justamente, en el artículo referido, destacan que la incidencia de Legionella en Argentina es baja, con tendencia al aumento, quizás debido a que no se piensa en este microorganismo, o porque se lo considera una causa poco frecuente o inexistente de neumonía adquirida en la comunidad en esta área del mundo.

También por falta del uso sistemático de los métodos diagnósticos y/o a la aplicación de tratamientos empíricos para neumonías adquiridas en la comunidad que cubren L. pneumophila y que podrían impedir su aislamiento e identificación precisa en cultivos.

“La presencia confirmada de la bacteria en sistemas de almacenamiento de agua tratada en la región nordeste, y que también podría registrarse en otros lugares de Argentina, constituye la razón primordial para alertar y actualizar conocimientos al respecto” destacó el Dr. Merino.

VÍAS DE TRANSMISIÓN

Sobre la forma de transmisión, detalló que la vía de transmisión más frecuente de Legionella es la inhalación de aerosoles generados a partir de fuentes contaminadas, como torres de enfriamiento para aire acondicionado, sistemas de agua fría y caliente y humidificadores.

También, aunque   mucho   menos   frecuente, por    microaspiración de agua contaminada o por aplicación directa. A la fecha, solo se reporta un caso de probable transmisión de persona a persona de Legionella spp.

La probabilidad de desarrollar la enfermedad depende de una tríada conformada por el medio ambiente (concentración de Legionella en la fuente de agua, de la producción y dispersión de aerosoles), el huésped (edad y enfermedades preexistentes) y la virulencia de la cepa particular de Legionella que se trate.

En Latinoamérica en general y en la Argentina en particular existe poca información de la incidencia de Legionella spp, situación posiblemente atribuible a la presentación en forma de casos esporádicos y no de brotes. En la Argentina se reporta una incidencia del 2% de todas las neumonías.

MEDIDAS A TOMAR

A la par del planteo de la necesidad de estudios epidemiológicos, desde el Instituto de Medicina Regional también se viene pregonando sobre la importancia de medidas preventivas para minimizar el riesgo de contraer la enfermedad.

Algunas medidas a aplicar son el mantenimiento de las instalaciones y aparatos, en particular mediante su limpieza y desinfección sistemáticas y la aplicación de métodos físicos y/o químicos para limitar al máximo la proliferación de esta bacteria.

Para ello, la Organización Mundial de la Salud recomienda mantener, limpiar y desinfectar periódicamente las torres de enfriamiento, utilizando de manera frecuente o sistemática agentes biocidas; instalar separadores de gotas para reducir la difusión de aerosoles de las torres de enfriamiento; y mantener una concentración idónea de agentes biocidas, por ejemplo, cloro en las instalaciones de hidromasaje, asegurando el vaciado y la limpieza completos de todo el sistema por lo menos una vez a la semana.

También mantener limpios los sistemas de agua fría y caliente, asegurando al mismo tiempo que el agua caliente se mantenga por encima de 50 °C (lo que significa que debe salir de la unidad de calentamiento a 60 °C o más) y el agua fría por debajo de 25 °C o, mejor aún, de 20 °C, o bien tratar las instalaciones con un biocida adecuado para limitar el crecimiento bacteriano, sobre todo en hospitales y otros centros sanitarios y geriátricos.

Además, se plantea reducir el estancamiento abriendo semanalmente los grifos no utilizados de los edificios. Todas estas medidas reducirán el riesgo de contaminación e infección.

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