La presión arterial alta afecta a unos 1.000 millones de adultos, es el principal factor de riesgo de pérdida de salud en mayores de 49 años y la responsable de casi once millones de muertes al año en todo el mundo.
La recomendación de las sociedades científicas y de las guías de práctica clínica es que, por encima de los 40-45 años —y antes, incluso, si hay un historial familiar de hipertensión o de enfermedad cardiovascular―, se tome la presión arterial al menos una vez al año y que, además, se aproveche cada visita al médico para tomar la tensión.
La hipertensión es la causa más frecuente de insuficiencia renal crónica, una de las causas más frecuentes de insuficiencia cardíaca y de ictus y también un factor de riesgo muy importante para el infarto de miocardio.
Pero tan importante como la medición de la tensión es que ese control se haga correctamente. Algo que no siempre ocurre.
Según la Guía práctica de la Sociedad Europea de Hipertensión para la medición de la presión arterial en el consultorio y fuera del consultorio, la medición de la tensión debe hacerse en un ambiente tranquilo, sin hablar con el paciente durante o entre las mediciones; y con un paciente que haya permanecido sentado y relajado durante los 3-5 minutos anteriores y que no haya fumado, tomado cafeína, ingerido alimentos o realizado ejercicio físico durante los 30 minutos previos a la medición. La postura también es fundamental: el paciente tiene que estar sentado con la espalda apoyada en una silla, las piernas sin cruzar, los pies apoyados en el suelo y el brazo situado a la altura del corazón y descansando sobre la mesa.
Un estudio publicado recientemente en la revista científica JAMA Internal Medicine que ha analizado la influencia que tiene la posición del brazo en los resultados de las mediciones de tensión, así lo confirma. Según sus resultados, dos de las maneras comúnmente utilizadas —apoyo sobre el regazo y brazo colgando sin apoyo— podrían sobrestimar sustancialmente los resultados de la prueba y llevar a un diagnóstico erróneo de hipertensión. Concretamente, los investigadores descubrieron que el apoyo sobre el regazo sobrestimaba la presión sistólica —el número superior en una lectura de presión arterial— y la diastólica —el número inferior— en aproximadamente 4 milímetros de mercurio; mientras que un brazo sin apoyo colgando al costado sobrestimaba la presión sistólica en casi 7 y la diastólica en 4.
La normalidad de la presión arterial se suele situar en 120 milímetros de mercurio para la presión diastólica y 80 para la presión sistólica. En Europa, a partir de 140/90 ya se diagnostica hipertensión.
Sobre la base de los resultados de la investigación, los autores del estudio alertan de que la posición incorrecta del brazo daría como resultado que el 16% de los adultos estadounidenses ―lo que equivale a 40 millones de personas― podrían ser diagnosticados erróneamente como hipertensos si se utilizan como punto de corte los 140 milímetros de mercurio de presión diastólica.
La Guía práctica de la Sociedad Europea de Hipertensión para la medición de la presión arterial en el consultorio y fuera del consultorio también aconseja no hacer nunca el diagnóstico en una sola consulta, salvo que el paciente se mueva en cifras superiores a 180/110 mmHg, o haya evidencia de lesión en órganos diana como el corazón, el riñón, la retina o el cerebro.