Residentes y turistas en París se bañan en el río Sena por la ola de calor

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Tres zonas públicas permiten nadar en el Sena desde julio. La medida coincide con una ola de calor y estrictos controles de calidad del agua.

París volvió a habilitar el baño en el río Sena después de más de 100 años. Desde el 5 de julio funcionan tres áreas públicas que ya recibieron más de 40.000 visitantes, según informó el vicealcalde Pierre Rabadan. La reapertura se da en medio de una ola de calor que, de acuerdo con Meteo France, podría elevar las temperaturas hasta 38 °C.
Las zonas habilitadas están ubicadas en diferentes puntos de la ciudad y su apertura fue posible gracias a un plan de limpieza de 1.400 millones de euros (u$s1.600), implementado para que el río sea apto incluso para competiciones olímpicas. La calidad del agua se controla a diario siguiendo las regulaciones europeas.
En Grenelle, al oeste de París, los bañistas pueden nadar con vista directa a la Torre Eiffel, mientras pequeños peces nadan cerca de la superficie. El gerente de las instalaciones, Yann Forêt, explicó que el lugar recibe entre 800 y 1.200 personas por día, con un máximo de 200 de forma simultánea.
El acceso es gratuito hasta finales de agosto y está permitido a mayores de 10 o 14 años, según el sitio. Por razones de seguridad, todos los nadadores deben portar una boya amarilla atada a la cintura. Hay vestuarios con cacilleros para guardar pertenencias.

Riesgos por lluvias y bacterias

Los períodos de lluvia prolongados pueden generar un aumento de bacterias como E.coli, ya que saturan las tuberías y provocan que aguas residuales sin tratar lleguen al río. Esto obliga a cierres temporales, que este verano sumaron casi dos semanas.

Pese a ello, Rabadan aseguró que la situación actual es óptima: “Ahora mismo, la calidad del agua es excelente y tenemos condiciones óptimas con un clima cálido”.

Seguridad y condiciones del río

El operativo de seguridad en las zonas habilitadas para el baño en el Sena incluye la presencia de socorristas que supervisan constantemente el perímetro y utilizan silbatos para impedir saltos o salidas fuera del área autorizada. La profundidad del río, que varía entre 3 y 5 metros, y la presencia de corriente hacen obligatoria la utilización de boyas para todos los nadadores.

Aunque el agua puede presentar un tono turbio, se realizan análisis diarios para verificar que cumpla con los estándares europeos de calidad. Estas medidas, junto con el control de aforo y la delimitación del espacio, buscan garantizar que la experiencia sea segura y adecuada para los miles de visitantes que acuden durante la temporada de verano.

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