La presión de Washington sobre Caracas alcanzó un nuevo nivel este martes, cuando el presidente Donald Trump confirmó que las fuerzas estadounidenses comenzarán “muy pronto” a golpear objetivos dentro del territorio de Venezuela. El mandatario aseguró que la operación militar dará un salto hacia tierra firme para neutralizar la infraestructura del narcotráfico. “Conocemos las rutas que toman. Lo sabemos todo sobre ellos. Sabemos dónde viven los malos y vamos a empezar con eso también”, sentenció Trump desde la Casa Blanca.
Esta nueva fase de la operación “Lanza del Sur” no implicaría, según analistas, una invasión masiva con desembarco de tropas, sino ataques con misiles dirigidos a puntos específicos, como pistas de aterrizaje, puentes y puertos utilizados por el Cartel de los Soles. El despliegue militar estadounidense es impactante: un portaaviones, destructores y 15.000 efectivos que, en los últimos dos meses, ejecutaron 21 ataques contra embarcaciones, dejando un saldo de más de 80 fallecidos. El objetivo declarado es asfixiar financieramente al Gobierno de Nicolás Maduro, a quien la Casa Blanca acusa de liderar la organización criminal.
La amenaza de Trump, sin embargo, trascendió las fronteras venezolanas y apuntó directamente a otros actores regionales, con una mención explícita a Colombia. En un mensaje que pareció dirigido al presidente Gustavo Petro (con quien mantiene una tensa relación tras haberlo calificado de “líder del narcotráfico”), Trump advirtió que cualquier nación que facilite el flujo de cocaína hacia Estados Unidos “está sujeta a ataques”. El republicano fue tajante al señalar que Colombia posee “plantas de fabricación” y que la venta de drogas al norte tendrá consecuencias militares.
Al vencerse el plazo del ultimátum sin acuerdo, la respuesta del líder venezolano fue un acto masivo en Caracas donde bailó ante la multitud y rechazó lo que denominó “la paz de los esclavos”. La escena festiva del mandatario, que desestimó los rumores de su salida, parece haber sido el detonante final para que la Casa Blanca decidiera activar la fase de ataques terrestres anunciada este martes.
Suenan las alarmas de guerra contra Venezuela: Donald Trump habló con Nicolás Maduro pero desplegó 15.000 efectivos en el Caribe
Controversia en Washington por posibles crímenes de guerra
Mientras la ofensiva externa se intensifica, la administración Trump enfrenta un frente de tormenta interno en el Congreso debido a la conducta de sus fuerzas en el Caribe. Legisladores demócratas y republicanos pusieron la lupa sobre un incidente específico en el que se habría ordenado un segundo ataque contra una embarcación narco luego de que el primer impacto dejara sobrevivientes. La denuncia, que podría configurar un crimen de guerra, apunta a que no hubo intención de rescate, sino de aniquilación total de los tripulantes.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, intentó justificar el episodio ante el gabinete aludiendo a la “niebla de la guerra” y asegurando que él no presenció personalmente a los sobrevivientes, aunque admitió haber visto el primer ataque.
La investigación legislativa ya está en marcha y promete escalar en los próximos días. Tras la citación del general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, quien declaró el fin de semana ante los líderes de las Comisiones de Servicios Armados, se espera ahora el testimonio del vicealmirante Frank Bradley. El oficial, señalado como quien bajó la orden del segundo ataque, deberá comparecer este jueves en una sesión clasificada que podría traer consecuencias políticas graves para la cúpula militar y el gobierno.
